Odio que me digan que todo estará bien y que no debo preocuparme. Esas palabras no solucionan nada porque el problema sigue ahí. Sigo comiéndome la cabeza cada maldito día de la semana. Muchas personas piensan que simplemente por escuchar dos palabras 'Te quiero' todo está arreglado. Puede que todo esté mejor durante esos segundos que lo escuches o lo leas, pero la llama se va a apagando poco a poco de nuevo, y la duda reemplaza a todo aquella que tenías por sentado. Me han dicho esas palabras tantas veces, que ya ha terminado de perder el sentido para mí. Siempre que las escucho, es como un eco que se va alejando cada vez un poco más, como si me encontrara dentro de una cueva, refugiada ante tanto dolor pasado.
Sé que las personas no cambian, si no que con el tiempo te demuestran cómo son realmente que, debido a sus situaciones, van madurando y terminan por convertirse en aquello que estaban destinados. Pero esas situaciones sí cambian, como el sol da paso a la luna, y la luz a la oscuridad. Una persona puede acostumbrarse a la soledad o puede dejarlo todo para olvidarse de alguien porque no le ve futuro a una relación, porque la distancia esté compuesta por demasiados números o porque conozca a alguien nuevo, tal vez mejor.
Yo, simplemente, siempre mantendré aquella llama encendida. Necesito seguir creyendo en algo pero tampoco puedo estar dependiendo de alguien más durante toda una vida. Tendré que dejar que la nieve se derrita poco a poco y sentir la cálida arena bajo mis pies. Una vez que la sienta y deje de imaginarla, inspiraré hondo y sonreiré, dejando que la luz me cegue durante unos segundos ante la felicidad y lo más esperado de todo el año. Puede que aquello que tanto deseo no se cumpla, pero solo quiero intentarlo una vez más. Siempre tendré un plan B, aunque no sea comparable nunca al primero. Debo aprovechar el momento y, solo entonces, todo llegará. Carpe diem.
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