No me atrevo a decir que mi vida ha sido dificil desde un principio porque, en realidad, todo se complicó en ese camino lleno de obstáculos y de locuras que llamamos JUVENTUD.
No he tenido grandes amigos. Es más, los podía contar con los dedos de una sola mano y ahora ni siquiera están a mi lado ni mantengo el contacto con ellos: ¿a eso se les puede llamar amigos? Pensaba que la distancia se resumía en números y que eso no impedía seguir una misma relación.
Y, sin duda, no estaba equivocada. No eran realmente mis amigos. Eran simples personas de paso. Nómadas en mi vida.
No tardaron en aparecer aquellas personas lejanas en distancia, pero cercanas a mi corazón para demostrarme que mis pensamientos no me fallaban. Que ellas estarían siempre.
Hay personas que no entienden el significado de esta palabra tan importante: AMISTAD; y la pronuncian con facilidad y falsedad. Yo quiero a alguien que viva locuras conmigo, que me entienda mejor que nadie, que me apoye en los momentos dificiles y esté presente en aquellos momentos de gran felicidad. Eso es una verdadera amistad. Y, por suerte, puedo gritar: ¡YO LO HE ENCONTRADO! y sentirme orgullosa de ello.
Puede que terminemos tomando caminos diferentes que nos lleven a un futuro soñado o a una vida de madurez, pero sé que siempre podré contar con ellas, porque todos los recuerdos perdurarán y estemos donde estemos, vayamos donde vayamos, siempre quedará el sabor de una verdadera amistad que con el paso de tiempo envejecerá con nosotras y nos hará sonreir en cualquier momento que lo necesitemos.

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