TWITTER

viernes, 25 de mayo de 2012

CAPITULO 2 - Something illegal


- Estás en tu casa.- me dijo mi tía Rebecca mientras dejaba las llaves sobre el recibidor. Le dediqué una sonrisa de agradecimiento y arrastré la maleta rojiza hasta llegar al salón. Darek apareció correteando por el salón. Pegó un salto y se su subió al sofá color crema. Eché una ojeada y volví a recordar aquellas familiares paredes adornadas con cuadros con el marco azulado. Todo seguía tal y como yo recordaba. Habíamos pasado por tantos problemas en tan poco tiempo, que ni siquiera había tenido tiempo de visitar a mi familia.
- Aquí no me coges, aquí no me coges.- canturreó Darek, mi primo de seis años, al pequeño perro que tan solo tenía varios meses. Coco saltó con las patas delanteras levantadas, pero no lo bastante alto para poder subir. Darek soltó una carcajada y se dejó caer en el sofá.
- Métete con los de tu tamaño.- me quejé con el ceño fruncido. Darek sonrió y se lanzó a mi cuello, apretándome con fuerza. - Vale, vale. Con eso no me refería a mí.- sonreí y lo separé con suavidad.
- ¿Te ha llamado tu madre?.- me preguntó mi tia Rebecca, un poco preocupada. Negué con un simple movimiento de cabeza. Tanteó sus bolsillos y sacó su móvil. Empezó a marcar el número con rapidez y se lo llevó a la oreja mientras desaparecía del salón.
Tan solo hacía cinco horas que mi madre se había ido por motivos de trabajo, y ya la echaba de menos. Me senté en el sofá con un leve suspiro.
- ¿Estás cansada?.- me preguntó Darek. Le miré de reojos. Esa pregunta tenía trampa.
- ¿Donde está la pelota?.- pregunté con resignación. Me dedicó una amplia sonrisa y se bajó del sofá con agilidad. Desapareció por el pasillo con Coco pisándole los talones.

Cada vez que la pelota recorría el suelo del patio que se encontraba debajo del piso, Coco la perseguía con tal rapidez que finalmente se hacía con ella. Darek terminaba yendo detrás de él y revolcándose por el suelo. Suspiré aliviada ya que al menos no duraba mucho tiempo jugando. Me senté en uno de los bancos y saqué el móvil. Nada interesante.
- Coco, devuélvemela.- Darek dió una patada en el suelo y se cruzó de brazos mientras respiraba con dificultad. Puso un pequeño puchero y se acercó al banco donde estaba sentada dando grandes zancadas. Coco lo miró y trotó hacia él. Con la lengua fuera, dejó la pelota en los pies de Darek.
- No pienso jugar contigo.- se quejó con ojos llorosos. Resoplé y cogí la pelota para lanzársela más lejos de lo que pretendía. La pelota llegó hasta la carretera y Coco, como era de esperar, salió disparado tras ella. Escuché el rugido de un motor, ¿o eran varios?
- Mierda.- maldije. Me levanté del banco y aceleré el paso. Escuché un clarckson demasiado fino para ser el de un coche.
- ¡Coco!.- le llamé. Una moto dobló la esquina. Tan solo iba un chico subido en ella, soltó una carcajada, y evitó al perro y a la pelota. Seguidamente, apareció otra moto, pero esta derrapó justo a mi lado. Pegué un rebote e intenté descifrar la mirada que se encontraba tras el casco, sin duda, me era familiar. Volvió a pitar y el chico que había pasado antes que él con la moto, levantó la mano en señal de despedida.
Aquella figura que ahora se encontraba junto a mí se quitó el casco y sacudió la cabeza, provocando que su pelo rubio, más largo de lo habitual, se removiera. Me dedicó una sonrisa doblada.
- Asi que, ya te has instalado.- dijo mi primo Christian más que nada como una afirmación. Asentí.
- Aunque no será por mucho tiempo.- recogí la pelota que Coco había colocado en mis pies, y me giré con rapidez. - Ya podías ir con más cuidado.- soltó una carcajada. - Tú.. y el chico ese.- Se encogió de hombros, quitándole importancia.
- Me ha ganado porque tuve que frenar para poder derrapar.- soltó serio. Sonreí falsamente y negué con la cabeza.
- No tienes remedio.- arqueó las cejas.
- ¡Venga ya! No va a pasar nada. Además, con este tipo de carreras siempre consigue uno algo de pasta.
- Hasta que te pase algo. ¿Tu madre lo sabe?.- me crucé de brazos. Ahora mismo parecía la hermana mayor que nunca había tenido la oportunidad de ser. - Se supone que habías dejado eso de las carreras.- le recordé. Movió la mano en el aire y me agarró la mejilla derecha. Le pegué un manotazo haciendo que la apartara.
- Mi madre no tiene porqué saber nada. Total, también sale ganando ella.- fruncí el ceño y me dió la espalda dirigiéndose hacia el portal. Mi tía salía ganando porque él no le llegaba a pedir tanto dinero, pero igualmente me parecía una locura.

No dejaba de darle vueltas a las carreras ilegales en las que estaba sometido mi primo, pero ¿por qué? Era su decisión, y era bastante mayorcito para saber lo que se hacia. Intenté borrar cada pésima imagen que pasaba por mi cabeza.
La cena estaba lista, aunque cada uno se encontraba por su parte. Mi tia y yo erámos las únicas que nos encontrábamos en la cocina. Darek había quedado rendido después de haber estado toda la tarde corriendo y jugueteando con Coco, y bueno, mi tio y mi primo solo vivían por y para el fútbol, y también para las carreras ilegales. Suspiré. Había pensado en hablarlo con mi tía, pero entonces quedaría como la prima estúpida, cotilla que no deja de meterse en la vida de su primo de tan solo un año menor de edad, así que pronto, me deshice de aquella idea.
Por suerte, era viernes, lo que significaba que no tendría que madrugar a la mañana siguiente. Me acomodé en la cama que mi tía había preparado para mí en el cuarto de invitados.

Las cortinas blancas bailaban con el viento y un escalofrío me recorrió la espalda. Miré la hora en el móvil. Las cuatro de la mañana. Parecía que el tiempo estaba empeorando, finalmente decidí cerrar la ventana, aunque primero de todo, decidí asomarme. Unas luces rojas se reflejaban en el piso de en frente y un murmullo llegaba hasta mi cuarto. Intenté afinar más el odio, aunque no llegaba a enterarme de nada. Mi tía vivía en un primero, y una pequeña plataforma salía de todas las ventanas, dando facilidad a saltar desde allí. Me mordí el labio, pensando en lo que debería hacer. Miré hacia mi puerta, que se encontraba entreabierta. Me asomé para asegurarme de que todos estaban dormidos, al menos los ronquidos de mi tio sonaban con gran estruendo, y entonces salí de mi cuarto y entré en la habitación de mi primo para confirmar lo que ya daba por sentado, no estaba allí. Escuché una respiración fuerte y me puso rígida. Miré a mi alrededor para buscar un sitio adecuado en el que poder esconderme. Me agaché, y me colé por detrás del escritorio justo un minuto antes de ver como los pies de mi primo tocaban el suelo de su habitación. Tiró una pequeña mochila al suelo y se dejó caer sobre su cama. Puse los ojos en blanco. ¿Y así es como intentaba no llamar la atención? Coco saltó un ladrido y olisqueó el suelo hasta llegar donde me encontraba. Escuché como sonaban los muelles de la cama. Cerré los ojos con fuerza.
- No, no, no.- la luz se encendió y cuando levanté la vista, mi primo me miraba con las cejas arqueadas.
- No podía dormir..- puse como pésima excusa.
- Ajá. Por lo que supongo que vistes más interesante contar los cables de mi ordenador.- sonreí timidamente.
- Emm, solo estaba buscando la pelota para Coco.- me puse en pie, con Coco en brazos. - Pero confirmado, aquí no está.- salí con rapidez del cuarto. Sentía la mirada de mi primo fija en mi espalda. Entré en mi dormitorio y cerré con suavidad. Me tumbé en la cama y me tapé la cabeza con la almohada.
- Recuérdame que nunca más vuelva a hacer de espia.- Coco daleó la cabeza, como si entendiera lo que estaba diciendo. - Y menos, llevarte de cómplice.- se tumbó sobre sus patas delanteras mientras me observaba.

Me levanté sobresaltada por la alarma del móvil. Se me había olvidado quitarla. Resoplé y me dejé caer sobre la cama nuevamente, aunque ya no podía volver a dormir. Coco se levantó y empezó a rascar la puerta. Tuve que dirgirme a él y abrirle. Escuché algo de ruido en la cocina. Miré la cama por última vez y rechacé la idea de intentar dormir, dado que era imposible. Una figura se encontraba de puntillas, mientras rebuscaba en uno de los muebles superiores. Sin duda, era mi primo.
- Y yo que pensaba que lo tuyo no era madrugar.- levanté una ceja, ya que había sido en tono irónico. Asomó la cabeza y me dedicó una sonrisa doblada.
- Hay demasiadas cosas de mí que no sabes.- puse los ojos en blanco.
- Oh, claro.- cerró la puerta del mueble y soltó un paquete de galletas con gran estruendo sobre la mesa.
- Ni se te ocurra contar nada de lo de anoche.- sonreí complacida y me crucé de brazos.- Ni de las carreras. Hagamos como si nada de esto hubiera pasado.- vi en su mirada un rastro de súplica. Suspiré y asentí. Era mi primo pequeño, y que no fuera a contar nada no quería significar que dejara todo esto pasar. Tenía un mal presentimiento después de que me hubiera mostrado la preocupación que sentía por si alguien más se enteraba de esto.
- Dime que no debes nada de dinero.- le supliqué. Apartó la mirada y simplemente me tendió una galleta.
- ¿Me ayudarías con algo de Historia?.- me pidió. - Tengo examen la semana que viene, y supongo que no querrás que mi suspenso recaiga sobre tu conciencia.- puse los ojos en blanco y no me quedó otra que asentir con resignación.

A media mañana me encontraba tumbada en la cama, con mi primo sentado en la silla del escritorio mientras me soltaba todo el temario de Historia. A lo único que me dediqué fue a corregirle en lo que fallaba o chivarle los pequeños detalles que se les olvidaban.
- Creo que ya está bien por hoy.- me quitó el libro de la mano y lo tiró sobre la mochila, aunque finalmente rebotó y cayó al suelo. Decidí quedarme donde estaba y mi primo encendió el ordenador. Fue pasando fotografías y más fotografías hasta que algo llamó mi atención.
- ¡Espera!.- me miró alzando las cejas y le pedí que retrocediera con más nerviosismo del que me hubiera gustado mostrar.
- ¿Ese chico quién es?.- miró de nuevo a la pantalla y seguidamente a mí. - Es que me suena de vista, pero no llego a caer de qué.- mi primo sonrió.
- Es un personaje.- soltó una carcajada. - Está loco, creéme.
- Es tu amigo, asi que no me esperaba otra cosa.- solté un poco borde, aunque mi primo no le dió importancia.
- Pero bueno, Nathan es un buen tio.- intentó corregir.
- ¿Nathan?.- pregunté un poco confusa, aunque más que nada quería que aquel nombre quedara grabado en mi mente como si fuera el único que conociese. Notaba su cálida mirada en la foto, como el primer día que lo ví. Su tez oscura resaltaba en cuanto a lo demás y me dedicaba una media sonrisa, sintiendo que algo parecido debería ser ilegal.
- Sí, Nathan Maxie.- pronunció por última vez mi primo, provocando que me diera un vuelco al corazón. Nathan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario