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sábado, 19 de mayo de 2012

CAPITULO 1 - Warm look.

   El partido acababa de terminar. Estaba empezando a sentirme incómoda sentada en una de esas sillas blancas de plástico. Me toqué la muñeca, esperando que el suave dolor del recién tatuaje pasara cuanto antes y desapareciera por completo. 
- Aún no me creo que fueras capaz de hacértelo.- dijo Violet mientras me cogía del brazo, intentando ver el tatuaje. Sonreí levemente. Su pelo oscuro le caía suavemente por debajo de los hombros y tenía una mirada que lograba mostrar todo aquello que no se atrevía a decir. Hace dos años, podría haber dicho que no había chica más tímida que yo, pero Violet me superaba. Sabía que a pesar de eso, dificilmente podría encontrar una amiga mejor. 
 - ¿Le quedará mucho a tu primo, Anne?.- parecía tan impaciente como yo por marcharse de allí. Me encogí de hombros. Solíamos ir cada dos fines de semana al campo de fútbol que se encontraba a diez minutos de nuestra casa, simplemente para ver a mi primo Christian jugar. Violet venía solo para acompañarme, el fútbol no le llamaba mucho la atención. Una ráfaga de viento azotó mi pelo castaño y sentí un pequeño escalofrio. El verano estaba acabando y en menos de dos semanas, estariamos de vuelta en el instituto. Sentí la necesidad de mirar mi tatuaje de nuevo. Aún tenía las costras y de vez en cuando me picaba. Aparte el esparadrapo una vez más y acerqué la muñeca a mi rostro. La analicé con cuidado hasta que sentí que alguien me miraba fijamente. Dirigí mi mirada hacia el lado derecho, donde se levantaba un pequeño muro de color blanco. Tuve que mirar dos veces para fijarme en aquella figura. Tenía las manos en los bolsillos y su espalda apoyada sobre el muro. Me miraba fijamente, como si intentara averiguar algo sobre mí, algo que yo no supiera. Su piel oscura logró captar su atención, pero fue su mirada la que hizo que me fijara en él. Llevaba una equipación de fútbol de color azul con anchas rayas blancas a los lados. Junto a él, se encontraba un hombre mayor y otro chico que parecían entablar una conversación, pero ni siquiera lograba entender que era lo que decían. El chico que reposaba sobre el muro, apartó la mirada y la dirigió hacia estos. Bajé la mirada, intento hacer como si nada hubiera ocurrido, pero de un momento a otro, mis nervios habían aumentado. Violet me miraba de reojos, intentando descubrir hacía donde había estado mirando anteriormente. 
- ¿Qué?.- le pregunté nerviosa. Sonrió. 
- No me digas que no has dado cuenta de cómo te estaba mirando, o mejor dicho, de como te está mirando.- me señaló con la cabeza hacía el chico, asi que dirigí mi mirada nuevamente hacía él, pero la aparte enseguida al darme cuenta de que Violet tenía razón. Me puse rígida sobre la silla, al igual que mi mejor amiga. 
- No digas tonterías.- dije en un susurro, esperando así, llegar a creérmelo. La miré justo para darme cuenta como mostraba una leve sonrisa, la imité y tuve que taparme la boca para no estallar en una carcajada. Violet miró hacia la puerta del vestuario, dándome la espalda. Los jugadores del equipo de mi primo empezaban a salir por la gran puerta azul metálica que se encontraba a pocos metros de nosotras. Cuando mi primo Christian salió, su pelo rubio estaba despeinado y nos dedicó una sonrisa doblada. Me levanté para darle dos besos y felicitarle por el partido. Mis tios se encontraban en la cafetería del campo y al ver a mi primo sin el macuto, supuse que se lo había dejado a ellos, como hacía la mayoría de las veces. - Tengo que coger algo del coche.- mantuvo las llaves en alto mientras se alejaba de nosotras.
- ¡Eh, Christian!.- le llamó el chico que hace tan solo un momento me estaba mirando. No pude evitar volverme hacía ellos. Mi primo se paró a medio camino mientras el chico aligeraba el paso tras de él. 
- Anne, tu primo le conoce.- dijo Violet sorprendida, al igual que estaba yo. Me había hecho a la idea de que era un jugador del equipo contrario y que seguramente, no llegaría a verlo más... - Tienes que preguntarle.- abrí los ojos y la miré. 
- No, ni soñarlo.- suspiré, aún sin llegar a creérmelo. 

   Mi tio no tardó en acercarse a nosotras, para avisarnos de que, al fin, nos marchábamos. No había vuelto a ver a mi primo y al chico que había llamado mi atención mucho menos, y estaba segura de que nunca tendría la suerte de volver a verle. Me monté en el coche de mi tio, y me dediqué a mirar por la ventana durante todo el camino de vuelta a casa. No dejaría de darle vueltas a aquella mirada, a aquella tez oscura que parecía haberme asumido en la total oscuridad.

2 comentarios:

  1. Que empieces a escribir una historia y no me avises, me jode, pero que escribas este tipo de historias y no me avises: ES UN DELITO.
    Tengo muchas ganotas de leer lo que sigue!. ¿Te he dicho que me gusta muy mucho como escribes? Pues ahí lo llevas.
    Te quiero Tete <3

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  2. Deseando leer el segundo capítulo, tiene muy buena pinta! :)

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