Llevaba muchísimo tiempo sintiéndome incómoda en un lugar que siempre había sido mi hogar porque, simplemente, me lo habían plantado delante y tenía que acostumbrarme a ello. No había comprensión alguna, y me sentía tan perdida que tan solo quería desaparecer. Todo pasaba de color, a gris, terminando en negro, oscuro. Hasta que él se convirtió en algo más que mi mejor amigo y le dió sentido a mi vida, dándole un propósito por el que seguir adelante; acogiéndome entre esas cuatro cálidas paredes que forman su gran corazón.
A veces, la vida puede ser muy injusta y separar a las personas físicamente en contra de lo que ellos más desean; al alejarme de él en contra de mi voluntad, es cuando me doy cuenta que no quiero estar en otro sitio que no sea entre sus brazos, sobre su pecho o en el hueco de su clavícula, el cual está hecho solo para mí. Y entonces me pregunto si, tal vez, estar en casa, sentir un hogar, es en realidad estar entre sus brazos. ¿Puede ser una persona el hogar de otra?
Qué bonitooooo :D
ResponderEliminarY yo sí lo pienso sin lugar a dudas, una persona puede ser el hogar de otra ^^
¡Un besazo!